Soy sincero al manifestar que, cuando tuve la oportunidad de ser profesor en proyectos de inversión, mi preocupación inicial fue convertirme en un experto en la materia, y con esa preocupación me vi en la necesidad de participar en cursos de capacitación, leer, estudiar y analizar una diversidad de libros, extranjeros y nacionales, sobre el tema en cuestión. El resultado, fue una mayor preocupación, porque con tanta información teórica y práctica no integrada, al final no tenía la capacidad real para formular y evaluar un proyecto. Creo no equivocarme si afirmo que similar sensación todavía deben seguir sintiendo aquellos profesionales y estudiantes que actualmente desean ser expertos en proyectos de inversión haciendo uso de los recursos actuales, tanto bibliográficos como los que brindan las instituciones de educación superior en nuestro país.
La explicación es muy simple, tanto en los cursos de capacitación como en los libros, se sigue el enfoque tradicional que comprende una serie de estudios que conducen a un voluminoso informe que no sirve para el emprendimiento de nueva creación de negocios. Además, para cada tema existe un caso práctico particular completamente desvinculado de los casos prácticos de los otros temas; es decir, no existe una metodología ágil ni un caso práctico integrador que sirva de referencia, no de receta, de todo el proceso de formulación y evaluación de un proyecto de inversión para emprendedores en un escenario de alta incertidumbre e hipercompetencia. Además, tanto los cursos de capacitación como la mayoría de los libros soslayan el proceso de formulación y se enfocan sólo en la evaluación de proyectos, cuyo proceso reducen a simples ejercicios de elaboración de flujos de caja, sobre la base de los cuales enseñan a determinar y analizar los indicadores de rentabilidad. No existe investigación con el fin de adaptar los métodos ágiles para el emprendimiento a nuestra realidad de cambios dinámicos, llena de incertidumbre y alta competencia; se continúa con la simple transferencia y adopción directa y acrítica del enfoque tradicional a la realidad de nuestro país y no se hace uso de una metodología ágil para el emprendimiento ni de herramientas simples, pero de gran utilidad, como las que brinda Excel, por ejemplo.
En las instituciones de educación superior de nuestro país, la formación, en lo que respecta a los programas de formulación y evaluación de proyectos de inversión, es notoriamente deficiente, orientada básicamente al pragmatismo del proceso de evaluación. Por esta razón, se requiere que en el proceso enseñanza-aprendizaje de esta materia se genere discusión académica sobre el proceso de formular y evaluar proyectos de inversión considerando una metodología ágil y su pertinencia para cada contexto particular.
La enseñanza-aprendizaje, debe crear y hacer uso de escenarios en los cuales se junten armoniosamente la teoría y la práctica, que desarrollen en el futuro profesional tanto la capacidad para aportar nuevas ideas sobre el proceso de la formulación y evaluación de los proyectos, como la creatividad para generar ideas de negocios que permitan satisfacer necesidades reales y duraderas aprovechando principalmente los recursos de una determinada zona o región.
Como docente soy consciente del gran compromiso que implica formar futuros profesionales con dichas capacidades. En este sentido, mi propósito es despertar la motivación para lograr que se produzca conocimiento y una metodología ágil que responda a los retos y necesidades específicas de nuestra realidad como país inmerso en la globalización.
Pertenecemos a una generación que tiene la oportunidad de asistir y participar en un conjunto de transformaciones económicas-sociales y culturales, en un escenario en el que ya no existen muros ni barreras entre las naciones y en el que se hace cada vez más amplia la brecha en el nivel de desarrollo humano al que acceden los distintos pueblos, en función de la gestión de sus gobernantes. En efecto, en el mundo actual se están dando cambios radicales, tales como los siguientes:
Pérdida de confianza en las autoridades de las instituciones públicas locales, regionales y centrales, por la corrupción generalizada y porque no actúan en beneficio del pueblo ni de los conglomerados empresariales, principalmente de las Mipymes (micro, pequeña y mediana empresa).
La evolución vertiginosa de la tecnología introduce nuevas formas de producción, disminuyendo el ciclo de vida de los productos y haciendo más flexibles los procesos de transformación a los que les asigna protagonismo por el valor agregado a los productos que es la base para definir una Estrategia Competitiva o de Océano Azul.
Los mercados locales, antes controlados por las empresas nacionales, ahora son vulnerables a los competidores de cualquier parte del mundo. Por tanto, las empresas deben reinventarse en el mercado global definiendo quiénes son sus clientes, proveedores y competidores, así como la localización de sus fábricas. Además, deben reformular sus estrategias para no competir, sino para crear nuevos mercados (Océanos Azules) y hacer irrelevante a la competencia.
Los consumidores actuales de un sector específico son más refinados, exigentes, están bien informados, y representan un mercado objetivo para todas las empresas. En este escenario, las empresas compiten en costos o en diferenciación (calidad, tiempo, flexibilidad, innovación, etc.). Sin embargo, las empresas pueden dejar de competir en el sector donde desarrollan sus operaciones creando mercados para sus productos (Océanos Azules) a través de tres formas: a) ofreciendo una solución disruptiva para un problema existente del sector, b) redefiniendo y resolviendo un problema actual de un sector, y c) identificando y resolviendo un problema nuevo o aprovechando una oportunidad nueva.
La sociedad exige a las empresas un comportamiento ecológico, lo que redunda en la mejora de la imagen corporativa de la empresa y, al mismo tiempo, en una mejora de la eficiencia y la eficacia.
Nos ha tocado vivir en un mundo en constante cambio. La globalización viene generando diversas transformaciones en la sociedad en su conjunto, incidiendo positiva y negativamente, entre otros, en la economía, la política, la cultura, la educación, la tecnología y en el mundo empresarial donde impulsa nuevas tendencias de gestión y nuevas estructuras organizacionales para hacer frente al cambio vertiginoso que experimentan los mercados, los clientes y la tecnología.
La globalización deja a su paso muchas empresas muertas, pero también genera oportunidades para la creación de muchas otras. Porque, así como genera amenazas, a veces fatales para nuestras empresas, también nos brinda grandes oportunidades para hacer negocios abriéndonos las puertas de un mercado mundial.
La actitud del emprendedor debe ser positiva para trocar cada amenaza en una oportunidad. Se requiere entonces ingenio, creatividad e innovación para responder con éxito a las expectativas de los mercados local, nacional e internacional brindando productos de alta calidad, con valor agregado, al menor precio y en el tiempo requerido por los clientes. Los mercados actuales son altamente competitivos y segmentados, la tarea del emprendedor, si decide competir en este escenario, es identificar uno o más segmentos con necesidades más o menos comunes y luego orientar todos sus recursos para lograr la satisfacción plena de esas necesidades. Sin embargo, también puede crear y explotar, en el mercado actual, espacios no disputados mediante la innovación en valor (estrategia de Océano Azul).
Desde este punto de vista, la globalización constituye un desafío para el emprendimiento, porque los emprendedores tienen que decidir entre: a) competir por una cuota de un mercado existente, en el cual para tener éxito tienen que vencer a sus competidores con estrategias competitivas de alta diferenciación o bajo costo, o b) crear un mercado sin competencia (Océano Azul) mediante la innovación en valor (diferenciación y bajo costo en forma simultánea), es decir, generar y capturar nueva demanda en áreas aun no explotadas actualmente y que generan oportunidades de crecimiento rentable y sostenido a largo plazo.
Se requieren emprendedores con actitud proactiva orientada al éxito, asumiendo riesgos en la búsqueda y aprovechamiento de las oportunidades. Que estén siempre innovando y experimentando para validar modelos de negocios; luego; planificando, formulando objetivos y metas, asignando los recursos necesarios y evaluando su cumplimiento para implementar oportunamente las medidas correctivas que se requieran durante la marcha de la empresa. En fin, que tengan la capacidad de liderarse a sí mismos y de seducir y/o persuadir a los demás comprometiéndolos a trabajar en equipo para lograr los objetivos organizacionales.
Estas cualidades se pueden desarrollar. Se requiere para ello que cada centro de estudios superiores sea una incubadora de empresas potenciando el espíritu emprendedor de sus alumnos y capacitándolos en el buen manejo de las nuevas tecnologías. Nuestros alumnos deben cambiar de actitud para mirar, por un lado, el entorno y aprovechar las oportunidades y evitar las amenazas y, por otro, mirarse a sí mismos y potenciar sus fortalezas y superar sus debilidades.
En cada institución de educación superior (universitaria y no universitaria) se debe crear y recrear ambientes y escenarios de enseñanza-aprendizaje que despierten en los estudiantes el espíritu emprendedor y promuevan y faciliten en ellos la creación de empresas exitosas, inteligentes, sostenibles y con altos niveles de cooperación y trabajo en red, capaces de generar empleo y desarrollo en su entorno.
Cada institución de educación superior debe utilizar todos los recursos necesarios, generar y desarrollar conceptos y estrategias, y centrarlas, no sólo en la potenciación de las capacidades de los estudiantes, según los requerimientos del mercado laboral; sino, principalmente, en las necesidades de los potenciales clientes y de la sociedad en general, para convertir a los estudiantes-emprendedores en buenos gerentes, y a las ideas en empresas de éxito. Asimismo, debe establecer convenios con el sector empresarial, tanto para la práctica pre profesional, como para proveer a los futuros empresarios, servicios de capacitación, de marketing y de financiamiento, entre otros.
Nuestros alumnos son los llamados a provocar el cambio, en consecuencia, deben ser líderes para detectar oportunidades que los demás no avizoran y para convocar en su marcha al éxito a otros jóvenes de nuestro país.
En este contexto, la educación debe asumir el reto de formar nuevos líderes y ser responsable de la capacitación como instrumento permanente de crecimiento creativo, no sólo para desarrollar el talento y conocimiento de las personas, sino también para impulsarlas a la acción emprendedora que genere el nacimiento y desarrollo de empresas de éxito.
Existe la necesidad imperiosa de que nuestros alumnos reciban no sólo los fundamentos teóricos y herramientas necesarias para la acción emprendedora, sino también enseñarles su manejo en la práctica creativa. Hoy, a diferencia de antes, ya no basta con tener “buen ojo” o “buen olfato” para los negocios, se requiere estar capacitado para crear y dirigir un negocio.
Los modelos para crear y gestionar negocios que nos trae la globalización, a través de libros extranjeros, deben tomarse sólo como referencia para desarrollar modelos adecuados a nuestra realidad. Nuestros alumnos deben entender que las posibilidades del éxito dependen mayormente de su creatividad e innovación en la aplicación práctica de los conceptos, técnicas y herramientas proporcionados en el aula. Por otro lado, deben tener presente que las oportunidades de empleo directo generado por terceros son cada vez menores; en consecuencia, el camino a seguir es ser emprendedores y actores de su propio destino.
Por ello, doy gracias a la oportunidad de ser docente y espero cumplir con creces el objetivo de brindar a mis alumnos los componentes teórico-prácticos para que generen y desarrollen ideas de negocios que en el mediano plazo se conviertan en negocios exitosos. En esa perspectiva, pongo en manos de los jóvenes estudiantes de nuestro país este espacio virtual, con el propósito de aportar conceptos teóricos, fundamentos y ejemplos prácticos para la creación y desarrollo de empresas. Espero se convierta no sólo en una fuente de consulta sino en una herramienta para el éxito.
En la primera parte de esta plataforma virtual tratamos sobre el proceso ágil de formulación y evaluación de un proyecto de inversión innovador en “modo Startup”, entendiéndose como formulación al diseño del modelo de negocio y como evaluación a la validación de dicho modelo. Este proceso se inicia con la creación de una idea innovadora ya sea mediante la creatividad del emprendedor o haciendo uso de metodologías como Design Thinking.
El desarrollo de la idea de negocio se realiza con la metodología Running Lean que combina perfectamente los métodos ágiles Customer Development y Lean Startup. Se requiere crear una organización temporal o Startup para que se encargue del diseño y validación del modelo de negocio. El proceso de Running Lean se realiza en tres pasos:
Documentar el Plan “A”, es decir diseñar el Lean Canvas, modelo de negocio que contiene una serie de hipótesis sobre cómo se explotará la idea de negocio para generar valor tanto para los clientes como para los emprendedores y la sociedad.
Identificar los principales riesgos del modelo de negocio, es decir las hipótesis críticas que requieren ser validadas en contacto directo con clientes potenciales.
Testar sistemáticamente las principales hipótesis del modelo de negocio en contacto directo con los clientes potenciales, iterando del Plan “A” a un plan que funciona.
En la segunda parte, se explica el proceso de transición de la organización temporal o Startup a una organización formal o empresa, enfocándonos en el plan para ejecutar el modelo de negocio validado en todo el mercado objetivo, es decir en el proceso de formulación y evaluación del proyecto de inversión innovador en “modo empresa”. En esta parte se hace un énfasis especial en los planes estratégico, de marketing, de operaciones y económico financiero.
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